lunes, 3 de diciembre de 2012

Vigésimosegundo capítulo


HOLA,Al fin he podido subir *-* Me acabo de pegar la paliza,porque hoy quería subir capítulo SÍ O SÍ.También quería subir en Bethkatil,pero me temo que eso no es posible..Este fin de semana espero que sí.. Es que he estado de exámenes hasta la semana pasada,y este fin de semana me lo he tomado de relax total,siento la espera..
EN PRIMER LUGAR,quiero dar las gracias a Perla de Carbón y en especial a Kat porque..SOY LA VENCEDORA DE LOS PRIMEROS JUEGOS DEL HAMBRE VIRTUALES.Han sido geniales,y se han podido realizar gracias al gran esfuerzo de Kat *-*
Segundo:Me he dado cuenta de que sí..Mucha historia pero no he hablado del segundo vasallaje de los 25..Por lo que en el último capítulo intentaré meter algo o no sé..QUE YA SOLO QUEDAN TRES CAPÍTULOS O_O
Que pena me da joupe..¿POR QUÉ ME ENROLLO TANTO?Oc ya,que parezco patética.. u.u DISFRUTAD,Espero que os guste *-* UN BESAZO ENORME!


Al atardecer me encontraba sentada en la playa. Las olas se mecían y su sonido rompiendo contra la orilla me alejaba de mis pensamientos. Tenía los ojos cerrados, pero pude notar como Miles se sentaba a mi lado y sonreí como una boba. Por un momento imaginé que nuestro hijo se hallaba por algún lugar de este distrito, pescando o simplemente respirando. Me imaginé como hubiera sido de diferente mi vida si la hubiera podido compartir con él.
Abrí los ojos y miré con dulzura  a Miles, y me asustó su mirada sombría y fija en el mar. Fue cuando una lágrima se deslizó por su cara hasta llegar al mentón cuando realmente pensé que algo grave ocurrido, puesto que la única vez que le había visto llorar fue cuando nos arrebataron al pequeño Luke.
De pronto, se levantó, me abrazó y mientras me susurraba al oído mis peores presagios: Luke había muerto. Esperaba que un llanto desesperado saliera de mi alma, pero lo único que mi cuerpo hacía era aferrase con fuerza al cuerpo convulsionando por el llanto de Miles.
Sin yo ser apenas consciente, Miles me llevó en volandas hasta nuestra casa de la aldea de los vencedores en primera línea de playa. Me soltó con delicadeza sobre el sofá de cuero negro que estaba en el salón y que iba a juego con la decoración de madera. Mi cuerpo estaba presente, pero no lo estaba mi mente. Ésta vagaba por un mundo paralelo donde yo disfrutaba de mi hijo. La realidad volvía a mí en esporádicas ocasiones, pero cuando esto pasaba un dolor demasiado fuerte para soportarlo presionaba mi ser y dejaba que unos gritos aterradores rasgaran el silencio que me rodeaba. Los gritos traían tras de sí de nuevo el mundo paralelo, y así se repitió el proceso durante un tiempo prologando que para mí fue como una eternidad.
Fue dos días y dos noches más tarde cuando nos comunicaron que se iba a realizar un homenaje a los mineros que habían perdido la vida en la misma explosión que mi hijo. El destino era demasiado cruel, porque no creo que ninguno de esos mineros mereciera aquello. Todos ellos tenían una vida, una familia y unos recuerdos. Aceptamos acudir a tal evento, y el propio alcalde del distrito 12 nos ofreció su casa para alojarnos. Tras preparar una pequeña maleta con cosas elementales, partimos sin demora en tren hacia el distrito 12.
Nuestra llegada fue recibida por varios agentes de la paz, algunos curiosos y la familia del alcalde que constaba del excelentísimo señor Undersee, la señora Undersee y una pequeña niña rubia que, supuse, sería la hija de ambos. Cogimos un par de coches y nos llevaron hasta la casa del alcalde.
La majestuosa mansión se encontraba algo apartada de la ciudad, pero aproximada al barrio de comerciantes y gente con algo de estabilidad económica. Los coches entraban por una gran puerta de hierro y desde la que empezaba un camino empedrado que te llevaba hasta la entrada de la casa. Alrededor del camino podías ver un gran jardín muy frondoso y con gran predominación del verde en la mayoría de sus plantas, a pesar de estar en enero. Al bajar del coche te topabas con unas escaleras de mármol blanco muy anchas. Los agentes nos ayudaron a trasladar el equipaje al interior de la vivienda. Todos entramos en la mansión en pos de los agentes de la paz y nos acomodamos en los sofás que había en el hall. Los muebles parecían estar en perfecta armonía con toda la decoración e incluso con los dueños, que iban con ropajes en tonos azulados idénticos a los de las paredes.
Nos sentamos en unos sofás de color crema en los que estuvimos hablando sobre los acontecimientos acaecidos la última semana. A parte de la tragedia ocurrida en la arena, también el alcalde habló de algunos problemas que había habido en el mercado y de un alboroto sucedido por una discusión entre un cliente y la dueña de la panadería Mellark. Intenté mantener una animada conversación con la pequeña hija del alcalde, que se llamaba Magde, pero no parecía caerle muy bien… También descubrí que aunque fuera bajita de altura, tenía ya once años.
El sol se ocultó mucho antes de lo que me esperaba. En el mismo lugar donde habíamos permanecido sentados desde que llegamos, nos pusieron un delicioso pato a la naranja acompañado con una base de patatas y almendras troceadas alrededor.  Fue una exquisita cena a la que acompañó un sopor general.  Todos acudimos a nuestros respectivos cuartos, y allí nos cambiamos de ropas y nos dispusimos a dormir. Perduré en vilo hasta que Miles estuvo bien entrado en sus sueños.
Crucé el pasillo a tientas hasta el lado opuesto, donde estaba ubicado el despacho del alcalde. Las respuestas a mis preguntas, si es que las había, se encontrarían en aquella habitación. Tras cerciorarme de que no había nadie despierto,comprobé que la puerta no tenía ninguna cerradura que impidiera mi paso,por lo que me interné en la estancia y cerré la puerta tras de mí. Nada más encender la luz mis ojos se posaron en un gran armario de caoba que ocupaba toda la pared frente a la puerta. Me abalancé sobre él,pero al comprobar que éste tenía cerradura, tuve que buscar la llave y el primer sitio que elegí era uno de los más evidentes y el que más probabilidades de fracaso me proporcionaba. Me dirigí al escritorio ubicado a la izquierda,también de caoba y con montones de papeles sobre él,y rebusqué entre sus cajones a cada lado de la mesa. Para mi sorpresa,la llave estaba en uno de los últimos cajones,así que la cogí y fui corriendo hasta el armario. Una vez abierto busqué la letra “E” de “Everdeen” ya que mantenía la esperanza de que a mi hijo le hubieran permitido conservar su apellido. Entre los muchos ficheros de aquella letra,no se encontraba el de mi hijo,así que decidí abandonar la búsqueda puesto que revisar todos y cada una de las letras me llevaría mucho tiempo. Me senté algo exhausta y decepcionada sobre la silla del escritorio,cuero de color verde botella.
La suerte esa noche decidió estar de mi parte,puesto que encima de la mesa y por asualidad entre aquel desorden de papeles,encontré el nombre que ensiaba:Luke Everdeen. Me apresuré a coger el fichero y lo abrí a toda prisa. Dentro se podía ver una foto de él,sin duda tan guapo como Miles. Tenía unos preciosos ojos grises,caracterísiticos de la Veta(Origen de Miles) y el color castaño que tanto Miles como yo teníamos de manera semejante. Las lágrimas amenazaban en salir y no solo por la lástima de que nunca iba a poder ver a mi hijo,si no también por la inmensa alegría que me producía ver un fichero lleno de sus logros y su vida.
La inesperada entrada del alcalde en el despacho me hizo levantarme rápidamente.
-Señora Everdeen, he de decir que no se sorprende verla husmeando por aquí,pero me gustaría saber el por qué.
Le miré desafiante,pero al final rodeé la mesa y me coloqué frente a él cerca de la puerta entornada.
-Viendo lo que tiene en mano-Prosiguió el alcalde.-No me hace falta saber nada más.-Hizo una pequeña pausa.-Es su hijo, eso lo sé…Lo que no llego a comprender es por qué ese chico vivía en la Veta y tenía padres adoptivos..
-Tome asiento,que tenemos que mantener un intercambio de información que nos puede beneficiar e interesar a ambos.
Él se sentó tras su escritorio y apartó algunos montones de papeles para poder verme a mí que estaba sentada en una silla al otro lado.
-Digamos que…Yo no era de la devoción del Capitolio,y mucho menos aprobaban que el hijo de uno de sus Vigilantes-Que querían preparar para ser Vigilante también.- se casara conmigo. Ellos creían que nuestra relación no favorecía a nadie y solo hacía que empeorar las labores de cada uno. No pudieron hacer nada para impedir nuestra boda porque fue en un recóndito lugar escondido del distrito 12-Él me miró algo asombrado pero enseguida volvió a adoptar su actitud de oyente.-pero en cuanto supieron que una vida crecía en mi interior quisieron destruirla a toda costa. Intentaron matarnos,a mí y a mi bebé,de mil maneras distintas,pero al final logré culminar la gestación. ¿Problema? Ellos me tenían vigilada.La mujer que me atendía era en realidad la pobre esposa de un minero de la Veta a la cual habían obligado mi cuidado y a la que otorgaron mi hijo nada más nacer. La mujer me prometió que el niño conservaría su nombre y apellido,pues su marido y posterior padre adoptivo de mi hijo por suerte también se apellidaba así. Me resigné a doblegarme a la voluntad del Capitolio,pero nunca he olvidado a mi hijo.
-¿Y crees que toda la información sobre tu hijo está en esa carpeta? –Asentí ligeramente convencida y le miré firmemente.- Pues estás en lo cierto. Yo mismo he leído esta carpeta unas cuantas veces desde que me contaron que tú eras la madre,pero la historia que acabas de contarme me ha aclarado las cosas… Me dispongo a contarte el resto de la historia pues-Se aclaró la garganta y prosiguió-: Como bien has dicho,los señores Everdeen que vivían en la Veta se encargaron del cuidado del pequeño y fue bastante dichoso a pesar de vivir en ese suburbio. Estudió en la escuela y al cumplir los dieciocho años ingresó como trabajador en las minas. Los domingos salía a la plaza del distrito,donde solía quedar la gente joven en esa época. Luke conoció a una joven hija de mercaderes que se llamaba Margaret. Ambos se enamoraron perdidamente. La joven tuvo que abandonar su vida para estar con su hijo,pero la gente que la conoce jura que fue la época más feliz de su vida. El matrimonio tuvo dos hijas: Katniss,once años y que acude al colegio con mi hija;y Primrose,siete años. Ambas han quedado ahora a merced de su madre y el sustento que ésta les pueda aportar..
-Me..me está diciendo que yo tengo dos nietas-Balbuceé henchida de emoción.
-Sí señora Everdeen..Pero no estoy segura de si podrá estar con ellas..
-No se preocupe, esa opción no la contemplo.. Pero el simple hecho de saberlo me hace una persona muy feliz.
Un golpe de pronto en la entrada nos distrajo. Ambos miramos a la puerta y un par de ojos azulados con una cabellera rubia nos miraban desde el umbral.Me levanté,consciente de que la niña había escuchado la conversación,pero ella se fue corriendo a su habitación donde cerró la puerta al entrar. Yo la seguí y entré a hablar con ella.
-Tú…Tú eres la abuela de Katniss… -Dijo mientras me miraba sentada desde la cama.
-Sí cariño..-Dije mientras me sentaba a su lado y le acariciaba el pelo con ternura.-Pero ella no debe saberlo,de lo contrario podrías poner en peligro su vida..¿Lo entiendes cielo?
-Claro que sí,no soy estúpida..Pero ella se siente muy sola..Deberías ver la cara que ha puesto hoy tras saber el horrible final de su padre..
No dije nada más y me quedé acariciándola y susurrándola hasta que al fin cayó en las garras de los sueños. Me encontraba emocionalmente exhausta y dormí como un lirón hasta que fuimos llamados para prepararnos. Aún nos quedaba el homenaje. Mi traje era de un precioso negro con bordes en tonos blancos y un lazo dibujado en blanco en la espalda. Miles llevaba un traje negro y unos mocasines a juego. Cuando hubimos salido de la casa,no quedaba nadie de la familia del alcalde en ella,pues todos habían ido antes al Edificio de la Justicia. El reloj del hall marcó la una menos diez y un coche nos recogió en la puerta y nos trasladó hasta la plaza. Una vez allí nos mezclamos entra la multitud de gente que se había visto afectada por esta tragedia y que vestía toda ella de negro. Cuando todos estábamos en silencio,el alcalde pronunció un largo y aburrido discurso. Me fijé bien en la gente que había tras él,e incluso estaba el Presidente Snow,al que dediqué una profunda mirada de asco. Vi a la pobre Magde sentada en el extremo del escenario con un vestido negro a juego con unos zapatos negros y calcetines blancos. Prendido a su vestido estaba un broche del Sinsajo,el cual si las fuentes no me eran erróneas perteneció a su tía Maysilee Donner fallecida en el segundo vasallaje de los veinticinco.
Al concluir el discurso salieron en la pantalla fotos de cada uno de los mineros caídos,y no pude evitar estremecerme al ver la cara de mi hijo entre ellos. No muy lejos de mí, vi a una señora algo alta y rubia que permanecía rígida como un palo. Agarrada a su vestido había una niña llorosa de unos seis o siete años, rubia también, y agarrada a una algo mayor de pelo castaño,que me miró un instante. En ese instante a mi mirada le dio tiempo suficiente como para ver esos ojos y reconocer la familiaridad que desprendían. Esos ojos eran los de Miles y los de Luke. Ellas eran la familia de mi hijo. Pensar en que el legado de mi hijo, sus genes y los míos,seguirían a través de aquellas niñas fue lo mejor que podía regalarme la vida en aquel instante. También supe que ella,mi nieta mayor,Katniss Eveerdeen,era especial,había algo en ella que era muy especial,y no me equivocaba en absoluto.